Mi reto es hacer que la verdad sea un fuego,
tan áureo como el mito que el alma deslumbró.
Que arda en la penumbra con luz de puro espliego,
y encienda con su verbo la sombra que engañó.
Que dance en los abismos con fuerza intacta y brava,
que el mármol la sostenga y el eco la proclame.
Que sea una tormenta que el dogma deshilvana,
y un rayo que en lo oscuro su esplendor derrame.
No temo la mentira que viste oro en su manto,
ni el mito que seduce con velos de color.
Prefiero la verdad con su desnudo canto,
afilada y serena como un cálido sol.
Si el mundo la desdeña y la deja en la sombra,
si el mito la desplaza con su falso fulgor,
será mi voz la flecha que al silencio le nombra,
y el alba el testimonio de su eterno esplendor.