Mi pobre amigo
Los ecos de la brisa susurran con lamento,
te buscan en la sombra, te nombran con el viento.
Las hojas, ya marchitas, se quiebran bajo el paso,
las nubes en su danza desdibujan tu rastro.
Te miro en las vidrieras de un tiempo que no vuelve,
en cuadros empolvados donde el ayer se pierde.
Tu voz, un eco roto que habita mi memoria,
se funde en los silencios de esta vieja historia.
Los astros ya no brillan con su fulgor dorado,
la luna, en su desvelo, murmura un desamparo.
El río de tus sueños naufraga en la tormenta,
y el alba te reclama con su piedad ausente.
Oh, pobre amigo mío, de ausencia consumido,
de sombras y de olvidos tu pecho está tejido.
Te llamo, y en el eco responde la distancia,
vacío es el latido, efímera la estancia.
