Se fue con mi ilusión la primavera,
dejando en su lugar un campo frío;
quebrando de mi pecho el claro río
que dio su amor al sol de otra quimera.
Soñaba que tu voz, dulce y sincera,
tejía con su canto un tibio estío,
mas sólo fue un murmullo seco y frío,
un eco que el silencio considera.
Hoy miro en la distancia tu partida,
como un jardín que el tiempo desarraiga,
sin flor ni luz, sin savia ni salida.
Y aunque el dolor mi corazón estraga,
renace en mi esperanza una embestida:
la brisa del olvido nunca es vaga.