Aunque esté lejos, jamás me olvida,
pues su amor me envuelve aunque no la vea.
Siempre ha sido mi guía en la vida,
su luz me acompaña, su voz me sosiega.
Un día el destino nos pondrá distantes,
pero nunca su amor se irá de mi lado.
Soy su hijo, imperfecto y errante,
y aun así, me ha querido y siempre ha esperado.
Habrá muchas mujeres en mi camino,
pero solo una es mi refugio eterno,
la que, desde el día en que fui su niño,
me entregó su amor puro y sincero.
Tal vez yo no merezca su entrega,
aunque ella insista en pensar lo contrario.
He crecido, y aunque el tiempo no espera,
su amor sigue intacto, firme y sagrado.
Más comprendo su amor con los años,
un calor que nunca se apaga o se va.
Si en esta vida hay un amor sin engaños,
es el de mi madre, mi eterna verdad.
Ella me cuidó y algún día haré lo mismo,
todo lo que soy se lo debo a ella.
Por su amor incondicional y su heroísmo,
sé que nunca habrá en el mundo otra estrella.
Tal vez estas palabras no sean suficientes,
pues todo lo sabe sin que se lo diga.
Pero hoy quiero dejarlo presente:
madre, mi amor por ti nunca termina.