Los años se visten de brisa y cielo,
sigilosamente me envuelven callados.
Los miro danzar, tan bien ordenados,
y sigo su ritmo con tierno anhelo.
Recuerdos de enero me dan consuelo,
me llevan por sendas de sueños dorados.
El tiempo y su canto, jamás olvidados,
me marcan la piel con dulce desvelo.
Si el sol de la vida en su luz me nombra,
no temo la sombra que asome detrás.
Mi risa florece y al alba se asombra.
Camino despacio, sin prisa jamás,
pues sé que la senda que el alma alfombra
se mide en recuerdos y no en lo demás.