Lo que cuenta la copla
no lo toca el olvido,
es un hilo infinito
en el tiempo perdido.
Habla del río y del viento,
del sol y la madrugada,
de amores que son eternos
y penas nunca calladas.
En su canto se enredan
las historias de antaño,
y aunque cambien los siglos,
su latido es el mismo daño.
La copla no tiene edad,
ni patria, ni dueño fiel,
es del pueblo y su verdad,
del campo, del alma, de él.
En sus versos se sostiene
el eco de lo esencial:
que la vida es un suspiro,
y el amor, lo inmortal.
Por eso, lo que cuenta la copla
es puro, eterno y real,
un murmullo que nos dice
que lo suyo es atemporal.