Era la playa mi cuna
arropada por la arena,
cuando mi alma se deslumbra,
de pasión y luz plena.
La luna, cual faro guía,
rocía de plata el suelo,
y el canto de un ave mía
resuena en el cielo anhelo.
Las estrellas, farolillos,
brillantes y centelleantes,
iluminan los tresillos
de este amor delirante.
La brisa, suave caricia,
acaricia mi cabellera,
mientras libera la codicia
de mi alma prisionera.