En susurros divinos el cielo despierta,
sus lenguas son luces, estrellas abiertas.
El verbo que danza, eterno y sagrado,
es puente y camino del alma al amado.
El hombre camina buscando su aurora,
sus pasos resuenan donde el eco implora.
Los santos vigilan desde mundos altos,
sus miradas serenas, faros en los astros.
La poesía es el vínculo, el hilo dorado,
que une lo efímero al sueño encantado.
Es la llama eterna, espíritu vivo,
un canto que eleva, divino y sencillo.