En la penumbra de mis versos se despliegan,
los jardines marchitos de mi deseo,
donde las flores de ilusión y anhelo,
se marchitan en un eterno duelo.
En cada palabra se adentra el abismo,
la sombra que se cierne sobre el amor,
y el eco de un suspiro se desvanece,
como un eco apagado en el viento.
Mis versos son lágrimas en la noche,
el lamento de un corazón desolado,
donde la pasión se convierte en cenizas,
en el fuego fatuo de un amor equivocado.
Las estrellas, testigos mudos de mi pena,
se ocultan tras un velo de melancolía,
mientras la luna, con su rostro pálido,
llora lágrimas de plata en la lejanía.
En el horizonte, se desvanecen los sueños,
como barcos perdidos en la tempestad,
y en cada verso, se desgarran las esperanzas,
en un océano de deseo y soledad.
En cada rincón de mi ser, la oscuridad yace,
como un manto que envuelve mis pensamientos,
y en mi pluma, el simbolismo se despliega,
capturando la esencia de Cernuda en cada verso.