En la enramada aquella,
Donde el ruiseñor cantaba,
Triste quedó, su voz sella,
Cuando ella se marchaba.
Hojas verdes y flores,
Ya no le dan alegría,
Sueños rotos y dolores,
Solo encuentra en su agonía.
El canto que antes alegraba,
Ahora es un lamento,
Su corazón se desgarraba,
Por el amor que fue cuento.
La enramada aquella vacía,
Testigos de su penar,
Donde su alma se desvía,
Sin ella, no puede volar.
Y así, el ruiseñor en ella,
Quedó triste y solitario,
Llorando su suerte cruel,
En el silencio del calvario.