La amistad sobre bien o mal
La amistad no es solo un refugio,
ni un eco de risas al sol,
no es un bálsamo que mitiga
ni un susurro que apague el dolor.
No está hecha de halagos vacíos
ni de sombras que engañan la piel,
no es un fuego que arde y se apaga
cuando sopla el viento cruel.
La amistad es un lazo desnudo,
sin promesas de miel o de sal,
es un puente que a veces tiembla
pero nunca deja de estar.
Es el arte de ser y de verse,
sin disfraces, sin miedo a caer,
es la mano que no te retiene
pero nunca te deja de ver.
No es un dulce ni un trago amargo,
ni consuelo ni herida casual,
es la vida latiendo en dos pechos,
sin querer hacernos bien o mal.
¿Vivimos pocas relaciones de amistad significativas?
Tendemos a agruparnos entre iguales y a buscar espacios de seguridad. Eso no es la amistad. La amistad no está hecha para hacernos sentir bien o mal. Los amigos son un elemento de distorsión de aquello que pensábamos ser y de desplazamiento de nuestros límites.
Reflexión del Coranavirus
