El cielo gris se abisma en su agonía,
la bruma abraza el campo adormecido,
un viento helado cruza sin sonido,
y el día muere en fría lejanía.
Los ríos son espejos de apatía,
los bosques, de sus hojas desvestidos,
se alzan callados, tristes, consumidos,
mecidos por la sombra y la agonía.
Mas dentro del letargo que hoy encierra,
se esconde el eco oculto de la vida,
un canto que el invierno no destierra.
Y aunque parezca todo una partida,
el hielo ha de ceder su blanca guerra,
y el alma florecerá adormecida.