Si me detengo un instante,
si dejo que el silencio hable,
descubro que el mundo vacila,
que todo es eco de un nombre inasible.
Eras certeza, luz y aliento,
la piedra angular de mi verbo,
pero hoy el vacío ha hablado,
y en su sombra me desintegro.
Existías, luego yo era,
un reflejo en tu mirada intacta,
pero hoy la ecuación se ha roto:
no existes, y yo me deshago en nada.