El poeta es un ojo que incendia la sombra,
que escribe en la brisa secretos del sol,
un pulso de río que fluye en la boca,
un beso en la punta del mismo dolor.
El poeta es un eco de antiguas batallas,
un canto en la espuma, un grito en la piel,
su oído es un templo donde las palabras
despiertan del polvo de alba y vergel.
Va, mester de juglaría en la sangre,
tejiendo endecasílabos al caminar,
con pluma de viento y corazón errante,
buscando en los nombres su propio cantar.
No calla su lumbre, no cesa su danza,
escribe en la arena, en la herida, en el mar,
y aunque el mundo olvide su voz y su casa,
su verso en la boca del tiempo será.