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ElidethAbreu

Frescura de Trébol al Amanecer

Respira el rocío del amanecer

 
 
En el campo, entre el verde,
donde el trébol se despierta,
la mañana se concierta
con la brisa que se pierde.
El rocío nunca muerde,
es caricia matutina,
y la luz que se avecina
trae frescura al corazón:
es un dulce despertar,
una paz que nos domina.
 
Los pastores, con su andar,
recorren valles y prados,
y entre alegres rebaños,
sienten la tierra vibrar.
Cada hoja, cada mar
de trébol en el rocío,
es un canto, es un brío
que la naturaleza otorga:
es la vida que se ahonda
en el frescor del estío.
 
Cuando el sol apenas nace,
y las sombras se disipan,
los campos de trébol respiran
un aroma que complace.
El rocío, en su fase,
es un manto cristalino,
y el aire tan divino
que envuelve la alborada
es frescura deseada,
es milagro campesino.
 
Entre surcos y senderos,
donde el trabajo florece,
el trébol siempre aparece
como símbolo sincero.
Es el canto verdadero
del labrador en su día,
es la verde melodía
que al amanecer resuena:
una frescura tan plena
que el alma se reconcilia.
 
Cuando el día va avanzando,
y el rocío se evapora,
queda en el aire la hora
del amanecer, brillando.
Es el trébol, recordando
que la vida es un suspiro,
que en el campo hay un giro
de frescura y de cantares:
una paz que en los lugares
bucólicos se respira.

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