En los campos de esmeralda, bajo el cielo azul y claro,
Canta el viento melodías en la brisa del verano,
Sobre prados infinitos, donde el tiempo se hace largo.
Entre flores de colores, susurran secretos viejos,
Ríos claros danzan libres, reflejando el sol eterno,
Y la vida se despliega, como un sueño sin freno.
Oh, vida en la campiña, en tu seno encuentro calma,
Cada hoja es un poema, cada árbol es un canto,
Y en la paz de tus paisajes, hallo el eco de mi alma.
Pasan aves en sus vuelos, con sus trinos melodiosos,
Y los días se deslizan, como ríos silenciosos,
En la danza de las horas, que se pierden en el viento.
Oh, belleza sempiterna, que en los campos se derrama,
Eres tú, vida serena, quien da aliento a mis anhelos,
Y en tus brazos me abandono, como un niño a su regazo.
Bajo el cielo que nos cubre, en la tierra que nos llama,
Se entrelazan nuestros sueños, en un lienzo de esperanza,
Y la vida se celebra, en su esencia más sagrada.
En los campos de esmeralda, donde el alma encuentra calma,
Canta el viento sus historias, y la vida se hace canto,
En los versos pindáricos, de este poema bucólico.