En la bruma de la mañana,
donde los recuerdos se deslizan,
las risas se convierten en ecos,
y el tiempo, un amante distante.
El amor, un juego de sombras,
donde los cuerpos se entrelazan
y las almas, en un susurro,
se preguntan si alguna vez fueron.
Las palabras, ligeras como plumas,
se pierden en el aire,
como promesas olvidadas
bajo el peso del día.
Y en cada instante,
la duda se asoma,
como un pájaro que canta
al amanecer de lo imposible.
La vida, un vals de contradicciones,
donde el ser y el no ser
bailan en un abrazo fugaz,
y nosotros, meros espectadores
del teatro de lo cotidiano.
En la penumbra de lo efímero,
buscamos el sentido
en las pequeñas cosas,
mientras el mundo gira,
indiferente a nuestra búsqueda.