A Emily Brontë, en días claros,
tu espíritu en la bruma está,
allá en los páramos, solitarios.
El viento en la roca golpea,
y en cada suspiro que das,
se oculta tu alma que no espera.
Con sombras y fuego dibujaste
el eco de un amor mortal,
que el tiempo jamás quebrantaste.
En versos tu furia fue calma,
y al cielo inmortal volarás,
envuelta en la niebla del alma.