El vino puede sacar cosas que el hombre se calla,
cosas que en los sótanos del alma están encerradas.
Las voces dormidas que no se atrevieron ni aun a gritar sus ansias.
El vino puede sacar la más escondida angustia,
o encender las alegrías de un amor en la penumbra.
Y puede desenterrar la fe, la esperanza y las amarguras.
El vino puede sacar amigos que se olvidaron,
y hacer que un viejo cariño vuelva a florecer de nuevo.
Y puede hacer que uno pierda el miedo a la soledad, al desconsuelo.
El vino puede sacar al niño que llevamos dentro,
y hacernos llorar de risa, o reír con sentimiento.
El vino puede sacar lo mejor que hay en el hombre,
y alguna vez, lo peor, pero siempre, lo más sincero.