Se alza la bruma tenue del ocaso,
susurra el aire un canto que se apaga.
El tiempo, lento, borda su trayecto,
dejando huellas de cristal y sombra.
La noche, sabia, viste su manto oscuro,
recoge el velo de una luz perdida.
Los sueños caen, murmuran su derrota,
en un abismo de melancolía.
Los pasos quedan presos en la arena,
y el eco muere lejos de su origen.
La fantasía cierra ya sus alas,
y el horizonte abraza su silencio.