El fin no pide luz ni nueva senda
silencio puro encierra su latido,
un eco tenue, apenas percibido,
sin exigir que nadie lo comprenda.
No todo abismo guarda otro horizonte,
ni todo ocaso inicia amanecer.
A veces es la nada un gran poder,
que no precisa faro ni responde.
Si de lo roto nace un espejismo,
quizá negamos su verdad callada,
porque en la pausa, sola y desgarrada,
se alza el valor del puro heroísmo.