El silencio se quiebra, cual cristal en mi pecho,
y la ausencia se cierne como un lóbrego lecho.
Es un canto sombrío que retumba en la calma,
una herida sin tregua, desgarrando mi alma.
Las horas son espejos de recuerdos marchitos,
y en la sombra se esconden tus pasos ya extintos.
Ecos mudos me asedian con su fúnebre canto,
te persigo en la nada, te sostengo en mi llanto.
Cada rincón evoca tu risa perdida,
el perfume sutil de tu piel tan querida.
Mas la vida me duele sin tu rastro presente,
como un árbol que muere al faltarle la fuente.
Es un grito en silencio, un anhelo olvidado,
una estrella apagada, un amor desterrado.
Y aunque el tiempo transcurra sin piedad, sin consuelo,
siempre sangra la herida de este eterno desvelo.
————
El dolor de no verte2
El silencio en mi pecho se quiebra, cual cristal,
y se cierne la ausencia, sombrío vendaval.
Es un eco en la calma, cual grito sin razón,
una herida que enciende su eterna combustión.
Las horas van despacio, recuerdos en desdén,
y en las sombras se pierden tus huellas en vaivén.
Ecos mudos me asaltan, tu risa ya se va,
te persigo en la nada, en el sueño de allá.
Cada rincón murmura tu aroma, tu calor,
y el vacío en mi vida me cubre de dolor.
Es un grito en silencio, sin piedad ni final,
una herida en mi pecho que nunca sanará.