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Elideth Abreu

Dulce y ardiente brisa

Tus manos surcan la noche callada,
como dos brisas de fuego y de miel,
dibujan sombras en piel encantada,
tejen caricias en tibio vaivén.
 
En su reflejo se mece la luna,
siguiendo el ritmo de un sueño fugaz,
hilo de plata que todo importuna,
danza serena de un eco audaz.
 
¡Oh, cuánta historia tus roces encierran!
Sueños dormidos en luz y en temblor,
fuegos que arden, que laten, que esperan,
ríos que fluyen con dulce fervor.

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