Anhelo tu boca como el río al estuario,
caudal desbordado, un impulso incendiario.
Mis labios se buscan en tu piel, desvelados,
igual que las olas que revientan callados.
Te sueño en las noches de susurros y brisa,
cazando el fulgor que tu risa improvisa.
Eres sol y sombra, tempestad que me encierra,
un astro que danza en mi cielo y mi tierra.
Tus labios son miel, ambrosía escondida,
la fruta prohibida que revive la vida.
Te muerdo en la idea, te respiro en el verso,
y el eco en mi pecho se convierte en mi universo.
Te trazo en metáforas, metáfora ardiente,
que incendia mi pluma y se torna evidente.
Tus besos son fuego que enciende mi calma,
tu amor es mi exilio y mi patria del alma.
Oh, locura dulce, este deseo infinito,
de robar tu aliento con mi verbo bendito.
Ritual de caricias, poesía en mis huesos,
¡deseos tan locos de comerte a besos!