Danza de Amor y Roble
En el campo verde y puro,
donde canta el ruiseñor,
baila el viento con ardor
aromas de sol maduro.
Un pastor con su conjuro,
silba al son del paso doble,
y en su andar, fuerte y noble,
las ovejas van detrás,
dibujando en el compás
su danza de amor y roble.
En la viña, al sol del día,
maduran racimos dorados,
los viñedos, bien cuidados,
cantan su melancolía.
El labriego en su armonía
corta uvas con amor,
sueña con el vino y flor
que dan vida a su jornada,
y en la tarde apaciguada,
baila el campo en su fulgor.
Bajo el cielo azul radiante,
el trigo se mece al viento,
y el labriego en su contento
trabaja siempre constante.
Con la hoz, firme y pujante,
corta espigas doraditas,
que en las tardes solecitas
llenan graneros de vida,
y en la paz de la guarida,
celebra noches benditas.
Junto al río, en la ribera,
donde el agua murmura,
se refleja la verdura
de una fronda placentera.
Canta el agua su quimera,
bajo el puente y en la sombra,
y el pescador que se asombra
lanza el anzuelo al compás,
mientras sueña en soledad
con la pesca que lo nombra.
En la aldea, al atardecer,
resuena alegre guitarra,
y el eco suave se agarra
a los muros del querer.
Bailan niños con placer,
bajo las luces de estrellas,
y en el aire, las centellas
del folclore y la pasión,
pintan de rojo y marrón
la dicha de sus doncellas.
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