Yo soy la huella del tren que no llega,
la sombra que vibra en su paso fugaz,
soy la línea infinita que no se doblega,
pero que nunca, jamás, puede hallar paz.
Como el eco en los rieles, eternos y mudos,
vibro y me pierdo sin fin en la vía,
soy la ruta que sigue en círculos crudos,
siempre en su curso, sin otra alegría.
Soy la recta tenaz, el acero obstinado,
que no se detiene, que nunca pregunta,
y aunque anhelo un descanso sosegado,
mi destino es la marcha, mi fin, la lucha.
Y voy, en mi rumbo sin fin ni destino,
como el tren que se pierde, se va y no vuelve,
soy la línea sin pausa, soy camino y espino,
el eco de un paso que en el tiempo se disuelve.