César Vallejo
I
Late en el barro un grito irreparable,
la mano rota, el aire ya sin nombres,
el tiempo oscuro, mudo e inquebrantable.
II
Sobre la piedra un eco se desliza,
ciegos caminos buscan al ausente,
la piel del cielo sangra y se desliza.
III
Cae la tarde como un hijo roto,
al hombre le duele su costilla,
y el alma se estira en un soplo.
IV
Una pena callada enciende el pecho,
el hombre cae, pesado y sin remedio,
con su sombra huérfana y sin techo.
V
Quiebra la tierra su canto dormido,
como un dios vencido por sus pies de polvo,
como un hombre solo, por siempre herido.
VI
Toda palabra es fiebre en el abismo,
del hombre brota un grito desolado,
la muerte siempre llega, sin permiso.
Estos tercetos buscan resonar con el espíritu de Vallejo, reflejando su intensidad emocional, su compromiso con el dolor humano y la soledad, y su particular percepción de la existencia.
