Cantos de la aurora
La aurora entona un cántico dorado,
y en su fulgor me lleva, cautivante,
mientras el ayer, brisa titilante,
se quiebra en un susurro sosegado.
Tus huellas son del viento su legado,
que danza al alba, errante y delirante,
y yo, perdido en ráfagas errantes,
me esfumo entre la niebla y el quebranto.
Mas si en la sombra mi latir se extingue,
renazca en fuego el ansia que me guía,
siguiendo el eco azul de tu sonrisa.
Que en tempestad mi corazón no gima,
mas arda en luz que nunca se deslíe,
bailando en lo infinito, indemne brisa.
