Giran sombras en la mente,
sorda, ciega, corrompida,
que no ve que va perdida
por seguir al dirigente.
Es el ciclo persistente
de cadenas y censura,
de un poder que se fractura
cuando el pueblo se alza en gritos,
cuando en vez de ser sumisos
rompen muros con su altura.
Mienten, roban, dan discursos
de justicia y de equidad,
pero imponen su verdad
con el látigo y sus cursos.
Siempre el mismo vil recurso:
la promesa envenenada
que disfraza la emboscada
y hace al pueblo un rehén
mientras juegan a su bien
con la historia manipulada.
Y si un alma se levanta
con la voz de la razón,
le castigan sin perdón
y le cierran la garganta.
Pero el pueblo no se espanta,
ya conoce la estrategia:
el terror, la vieja herejía,
los que acallan la palabra,
los que mienten y que labran
su final con su energía.
Que las voces no se apaguen,
que resuenen en la aurora,
que el mañana no demore
y que el miedo no nos trague.
Que la historia nos halague
cuando cuenten nuestra lucha,
cuando vean que la lucha
no fue en vano ni se olvida,
que si el golpe fue de ida...
el búmeran los ajusta.