A la sombra del templo clásico, al pie
Del ágora donde los sabios disputan,
Mi musa, entre mármoles, a solas está,
Y con su lira entona un canto mío.
No canto a la gloria de la batalla,
Ni a los héroes que en sangre se bañan;
Mi canto es de paz, es de amor sencillo,
Como el agua clara que de la fuente mana.
Canto a la belleza de la naturaleza,
Al cielo estrellado, al mar que brama,
A la montaña majestuosa y serena,
A la flor que en el campo exhala su aroma.
Mi canto es en verdad un susurro leve,
Como el viento suave que acaricia el árbol.