Cantar para la nada
Cantar para la nada
es arrojar la voz al abismo
y escuchar cómo se deshace en la caída.
Es besar la orilla de un océano muerto,
sin olas, sin sal,
solo un espejo que no devuelve nada.
Cada palabra es una herida,
cada verso un silencio que se niega a morir.
Canto,
aunque mi garganta sea un nido vacío,
aunque las notas se pierdan
como hojas secas en el viento.
No hay oído que escuche,
no hay alma que responda.
Solo este eco sordo
que me regresa siempre a mí misma,
como una broma cruel
que nadie se atreve a contar.
Cantar para la nada
es bailar en la sombra de lo que nunca fue,
es prender fuego al papel
y ver cómo las cenizas dibujan
un poema que no quise escribir.
Y aun así canto,
porque el silencio es un abismo más hondo,
porque mi voz,
aunque rota,
es lo único que tengo
para darle forma al vacío.
