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Countess Alexander Nikolaevitch Lambsdorff, by Franz Xaver Winterhalter
ElidethAbreu

Balada del Chisme Sevillano

 
 
En la Sevilla antigua, de encanto y seducción,
caminaba la risa con paso despreciado;
un eco de murmullos, furtivo y malogrado,
se alzaba en cada esquina, cual sombra en el balcón.
 
La bella Rosarillo, de gracia y de candor,
llevaba en sus mejillas un rastro del pasado:
la viruela implacable, que con su hierro helado,
marcó su piel de rosa con huellas de dolor.
 
Mas no perdió su porte ni su mirar ardiente,
pues en su alma pura brillaba la alborada;
su risa era una estrella, su paso, llamarada,
y el aire de Sevilla la envidiaba silente.
 
Un día, en el mercado, su andar fue detenido,
y un grupo de comadres, con lengua maliciosa,
tejieron entre risas su historia venenosa,
cual hilos de serpiente en un verbo retorcido.
 
“¡Ved cómo se engalana la flor de la desdicha!
¿Acaso no comprende que su fulgor se apaga?”
Susurran con veneno que el alma entera estraga,
mas Rosarillo alza su frente que se aficha.
 
“¿Qué sabe vuestra lengua del fuego que me arde?
¿Acaso vuestra envidia es más que mi bandera?
Llevo en mi piel las huellas de una guerra sincera,
y en mi pecho la fuerza que el destino me aguarde.”
 
Y así se fue la joven, dejando en su lugar
el eco de su risa, más fuerte que el agravio.
Sevilla se hizo muda; el chisme, un vano labio,
y el aire recobró su templanza al pasar.
 
Oh, historia inmortal de rumores que hieren,
de almas que renacen del fuego de su herida;
en la ciudad del río, la gracia nunca olvida
venciendo a los que en su envidia que mueren.

Inspirado en Picadita de Viruela de Concha Piquer.

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