Las sílabas gotean en la sombra,
un pulso apenas,
un eco sin boca,
una brisa que quema
sin arder.
Se vierten los segundos
como hilos de oro líquido,
sin peso,
sin pausa,
desvaneciéndose
antes de ser.
El susurro del viento en la tarde
es un roce casi invisible,
apenas un sentir se escucha,
un callar se agita,
un danzar sin peso,
un fluir
casi etéreo,
sin pausa,
brisa de sombra.