Ahogarse en un vaso del mar
Ahogarse en un vaso de mar
es encontrar el infinito
en la quietud de un sorbo,
es sentir la sal que arde
como un viejo recuerdo
clavado en la lengua.
Es naufragar en la transparencia,
en el leve vaivén
de una ola mínima,
donde el océano cabe
en la palma de la mano
y el horizonte se encoge
hasta ser solo un suspiro.
Ahogarse en un vaso de mar
es perderse en lo pequeño,
en lo inmenso de lo ínfimo,
dejarse hundir sin resistencia
en la nostalgia líquida
que habita en cada gota.