Al sol que abriga con su luz dorada,
y al río, eterno canto en su corriente,
a la montaña firme y persistente,
y al mar, en su verde azul jornada.
Al viento errante por su voz alada,
a la luna que brilla dulcemente,
y al bosque que en su sombra nos consiente,
doy gracias por la paz que da su entrada.
También al desierto en su vastedad,
y a la flor sencilla con su color,
a la lluvia que apaga vanidad.
Por cada estrella que brilla mejor,
agradezco la vida y su verdad,
pues hallo en lo simple el puro amor.