Hay un huésped que viene al cuarto mío
transformando mi océano en laguna.
Tiene lo suave de la piel gatuna
y da el encanto de un morir sin frío.
Me ausenta de la vida por un río
sin ruido leve y sin razón alguna.
Viene con traje de silencio y luna
y con breves chinelas de rocío.
Siempre no viene solo: al mediodía
vino con el amor, con la alegría,
pues me trajo esta vez a mi pequeño;
me lo dejó abrazar a mis antojos...
Luego se fue con él. Yo abrí los ojos,
y di las gracias a mi amigo el Sueño.