Recuerdos de nuestra mágica
y romántica luna de miel.
Al calor de arena mar y playa
con alucinantes, majestuosas
y asombrosas puestas de sol
que como bebida afrodisíaca
embriagaron nuestro ser de pasión.
Fundiéndose nuestros cuerpos
en ritos libidinosos y lujuriosos
decididos a amarnos con todo
ante la inmensidad de la luna,
el vanidoso brillo de las estrellas
y el sigiloso arrullo del cielo.
Con melodiosos y sonoros quejidos
rompiendo el silencio de la noche,
sin miedo a ser escuchados
al son de nuestros acelerados latidos
que emanaban de nuestros amantes
y enloquecidos corazones
al pálpito de la excitante madrugada
y llegar a nuestro punto más alto
de poder disfrutar al máximo nuestro amor.
San Andrés, San Andrés, San Andrés
por todo aquello que nos distes
jamás te olvidaré