Eduardo Lizalde

La mano en libertad

Escribir no es problema.
Miren flotar la pluma
por cualquier superficie.
Pero escribir con ella
—Montblanc, Parker o Pelikan—,
sin mesa a mano, tinta suficiente
o postura correcta,
es imposible,
y a veces pernicioso.
Puedo escribir, señores,
con los ojos cubiertos,
vuelta la espalda al piso,
atadas las muñecas,
esparadrapo encima de los labios.
Puedo:
pero no garantizo el producto.
Preferido o celebrado por...
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