“Defunción de un lucero”
“Defunción de un lucero”
Herida mortal, castigo de su silencio.
Una condena anunciada del que sólo quedan voces en el aire.
La aceptación de su conducta fue el preludio a su fiereza,
que le apoderó de indolencia ante ese ser de ternura que le brindaba amor aunque recibiera palabras y golpes hirientes.
Sus mejillas torturadas acariciaban lágrimas enrojecidas con un grito de aflicción.
Su voz era meliflua,
y los gritos eran el contraste
desgarrador que hacía perturbar su tranquilidad.
Aquella loción ensoñadora y su maquillaje en su piel se desvanecen.
Su desnudez melancólica se vistió de sonrisa efímera, infiel.
El mismo iracundo laceraba su corazón,
refugiado entre cantos y flores sobornando aquel te amo.
En un rincón dejo sus lágrimas afligidas,
con sueños arrebatados sin escrúpulos
pensando amar en otra vida.
Su alma cual si fuera un destello
se presentó en el funeral,
abatida por la tristeza de ver su familia que con torrentes de lágrimas despiden al lucero.
Las mujeres son inefables, prodigiosas, etéreas como flor de luz en la oscura soledad del hombre.
El hombre agrade envilecido y se pierde como tal, inconforme procede más allá.
Su luz dejó en su partida congoja,
la noche era gris en su homenaje,
y la luna deprimida se escondía en medio de las nubes.
Viajó para convertirse en una estrella que luminosa decora el cielo.
Piaciuto o affrontato da...
