Eduardo Bustamante

Y es que al hacer sufrir al papel con mis penurias yo no me propongo dármelas de escritor, no me propongo ser poeta, sino poema. ¿Cómo? pues sí, yo me propongo emocionar, causar algo en el lector. Pero, mi lector, ¿es un lector común y corriente, de carne y hueso? No. Mis lectores son los suspiros bravos del viento, la carne lúgubre de la tristeza, el alma gris de un cigarrillo. Y ellos también son al mismo tiempo mis autores, ellos me escriben a mí, me tallan con furia sus desahogos y con lágrimas suavemente me acarician, ellos deciden cuando acercarse a mí, y, sin importar cuando ni donde, yo debo presentarme dispuesto a ser esculpido por versos y escupido por vacilaciones. Y esto debido, a que el poeta no escribe si no para él mismo en un principio, ya que un escritor , novelista, poeta y demases herreros de la pluma no mencionados no son más que lectores aburridos de no leer algo quizá no perfecto, pero que para ellos si lo será, y si no, pueden cambiarlo a su antojo. Y así, proponiendo usar todos los conocimientos adquiridos con la anterior lectura (Que persiste por siempre y desde siempre, ya que no solo son los libros los que se leen) Se propone a escribir él y para él. Otra cosa es ya cuando el pequeño ego crece de a poco y la autoestima sufre de espasmos gastro-intelectuales y se necesita más aceptación, luego gratificación, felicitación y así dando pequeños pasos en el puente de la infinita imperfección, intentado alcanzar la finita y angosta perfección. Sean poemas.

Y es que al hacer sufrir al papel con mis penurias yo no me propongo dármelas de escritor, no me propongo ser poeta, sino poema. ¿Cómo? pues sí, yo me propongo emocionar, causar algo en el lector. Pero, mi lector, ¿es un lector común y corriente, de carne y hueso? No. Mis lectores son los suspiros bravos del viento, la carne lúgubre de la tristeza, el alma gris de un cigarrillo. Y ellos también son al mismo tiempo mis autores, ellos me escriben a mí, me tallan con furia sus desahogos y con lágrimas suavemente me acarician, ellos deciden cuando acercarse a mí, y, sin importar cuando ni donde, yo debo presentarme dispuesto a ser esculpido por versos y escupido por vacilaciones. Y esto debido, a que el poeta no escribe si no para él mismo en un principio, ya que un escritor , novelista, poeta y demases herreros de la pluma no mencionados no son más que lectores aburridos de no leer algo quizá no perfecto, pero que para ellos si lo será, y si no, pueden cambiarlo a su antojo. Y así, proponiendo usar todos los conocimientos adquiridos con la anterior lectura (Que persiste por siempre y desde siempre, ya que no solo son los libros los que se leen) Se propone a escribir él y para él. Otra cosa es ya cuando el pequeño ego crece de a poco y la autoestima sufre de espasmos gastro-intelectuales y se necesita más aceptación, luego gratificación, felicitación y así dando pequeños pasos en el puente de la infinita imperfección, intentado alcanzar la finita y angosta perfección. Sean poemas.




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