Me perdí en la cueva
que había entre tus muslos,
una gruta donde la humedad
hacía que me llenara de éxtasis.
Quiero sentirte entera estremecerte,
adoro cuando el licor se derrama
en mi boca abierta,
caliente, lleno de un placer exquisito.
Diosa de mis anhelados sueños
de mi cama mojada.
Mórbida tu carne nacarina,
suave como piel de melocotón,
labios carnosos que me atraen
muerto de hambre de ellos.
Botón de granada
donde se concentra el placer
de los dioses del Olimpo.
Mi amor, mi amada,
eres la orografía
que quiero siempre tener
para recorrerla lentamente.
Me miras con tu pupila azul
con sonrisa satisfecha
abrazados, con la ventana abierta
sintiendo la brisa en nuestra desnudez
y en ese momento se paró el tiempo.