Me iré, y mi voz sonó más fría que el hielo
y más profunda que el
mar de sus ojos
océanos de lágrimas
derramé en aquel silencio etéreo
de aquella habitación oscura.
Este amor es el diablo
con nombre cambiado
un disfraz de chico bueno
lo envuelve, tapando la maldad
que hace de la luna negra, una umbría noche.
Aunque no haya ventanas ni estrellas esta noche,
puedo sentir el alma de las cosas, ocultas,
sentir los brazos de la amanecida acechando
y escuchar los lamentos del ayer despechado
que por estar tan fría me hace sentir tan viva.
Lucifer, ese es tu nombre
el dolor que me infligiste no puede ser solo un hombre,
oré por mi alma maldita
enamorada de un ser tan malvado.
La noche, la noche maldecida
que no pasa, que no llega el día.
Esperaré a la aurora
nacimiento de la nueva esperanza
de un frío renacer.
La semilla del cambio,
la esperanza preclara,
la espiral invisible
que desvía y que repara.