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El caballo negro iba por un trillo: cada paso suyo bordaba el camino. El caballo ruano
Los pinares de la Isla por la costa van creciendo: quieren echarse a la mar y volverse marineros. Y las toronjas maduras
Ocho mulitos tiene mi arria y todos suben por la montaña. Se ve salpicado el río
En el río San Juan vive un pececito que aprende a nadar. Sobre el Yumirí —iris diminuto—
En Playa Larga, el uvero, como homenaje al valor de los niños artilleros, ya no florece en febrero: en abril abre la flor.
Viajaré a la luna desde el campamento con su colorada pañoleta al cuello. Para complacerla
Abrigando el arroyo la caña brava, chorros de finas hojas al aire lanza. ¡Qué musicales ramos,
Entre las lomas el día nace. Límpidas gotas la noche esparce sobre la hierba
Mamá Gallina Jabada viene con la cresta erguida y las patas enfangadas. Y su polluelo amarillo corre del nido al jardín
En su casa de hojas despierta el pájaro porque, anunciado el día, se entona el gallo. Canta seguido,
Nene, vanos a dormir; no son horas de reír: duerme el viento, duerme el sol, duermen las gallinas
Camarada del sapo, del río hermana, amiga de la piedra, nieta del agua. Nieta del agua
Cua cua, cantaba la rana, cua cua, debajo del agua. Pasó una paloma:
Siete relojes, siete semillas, siete pelotas y una sombrilla. Siete burbujas,
A la gallinita ciega ayer tarde la curé: puse en aguas tres vicarias y los ojos le lavé. Hoy paseó con sus pollitos