Por Diana Ortiz.
A mí las lagrimas se me acumulan en la mandíbula. Me tensionan los músculos faciales, entonces no puedo hablar, comer, tragar y menos sonreir.
A mi las lagrimas se me acumulan en la mandíbula, entonces siento que me agarran la cara para no soltarme, para detenerme, para hacerme daño. Y el nudo de músculos hipertonificados se extiende hasta la garganta cerrando cualquier paso de aire y de suspiro. Entonces van subiendo entre mis carnes, tocan mis nervios entre cada sístole y diástole, a un ritmo de baile lento, de baile de sangre, luego van fluctuando y la mandíbula se va soltando y esas lagrimas lavadas, salen limpias, pulcras, sanas, dejando atrás su recorrido macabro.
Por eso cuando estoy triste; callo.