Recordé cuando mirabas mi cuerpo desnudo, volé por un instante y aterricé en el humo, de un cigarro consumido, que de tus manos volaba, aveces se esfumaba y aterrizaba en la nada.
Me acerque llorando con un dolor podrido, como el de golondrina que no encontró su nido, a esa que abandonaron por sus alas rotas que no encontró rumbo simplemente rocas .
Pero saque mis fuerzas agotadas en vida, abrí mi boca tantas veces herida, emití sonidos, para que abrieras tus lunas, me miraras a mí y sintieras la culpa.
Te pregunté quien era, lo hice mil veces, pero tu silencio fue el eco que me llevo al rojo muerte.
Mi cuerpo desapareció sin reacción alguna y grité, hombre¡¡¡¡la traición no es lujuria, es un mortal veneno que ya no tiene cura.