En las entrañas de la tierra
Está mi vida,
Pues de ella provengo.
Del viento fluyó mi música,
De las aves mi cantar,
El cielo es maestro también de mi pintar
¿y las letras?, son formas sin descubrir
Pero que son medio para amar
La tierra y de lo que ella poseo.
Soy el fruto de un pensamiento
Transformado en amor
Que junto a la creación
Tomó forma de canción.
Soy el fruto de una libertad,
Obtenida por la redención
Que enseña a decir lo que se debe,
Ayudar a quien lo amerita y
Ser ante todo quien realmente se es.
Soy el fruto de una guerra
Donde en mi está la paz
Y en mis padres la batalla.
Mis compañeros dan la espalda
A una de los dos,
Al que fue mi ejemplo y mentor.
El general, fuerte y gran padre
Lleno de amor y comprensión
Causante de tantos juegos y sonrisas
El que me llevo en hombros
Hasta la luna, no está, quiere morir.
Soy el fruto y amante de las mascaras
De aquellas atractivas y agradables,
Impuestas algunas por no decir que todas.
Por aquellos a los que siempre llamé:
Hermanos y compañeros.
Soy el fruto de unos trazos
de pintura regada en todo lugar
y de bocetos mal hechos de
cuanta gente, historias y amores
que en mi universo en ese momento
existían.
El fruto se convirtió en ofrenda
Cuando un noble caballero
Le recordó quien era y le mostró
Un trabajo ilustre al que si quería
Como artista, creando y amando
Podía responder.
Tal caballero a un hombre me presentó
No recuerdo su nombre...
Pero sí que era trovador y de jovial actitud
¡como yo! Y ¡como tú!
Las batallas perdidas y
Las victorias logradas
A lo largo de mi perecedera vida
Me ha enseñado a sentir profundo
Ya sea amor o dolor
Cercanía de ti aún en mi soledad
Como la de ayer, hoy y la que vendrá.
Nací del rocío siendo fruto y ahora ofrenda
Esta noche que cobija mis pensamientos
Y la lluvia que recuerda mi génesis
Son hoy lo que tengo y nada más.