Darío Menujin

Prurito de consentimiento

Está prohibido hablar de los problemas sociales
a nadie le interesa
y para confirmarlo
se debería decretar una nueva norma:
el aburrimiento se paga con cárcel,
calle dura donde no hay rejas ni candados
ni alimentos ni miradas
donde es más fácil callar que gritar.
 
Todo debe ser perfecto en el mundo de las palabras
para que así, inconscientes
entremos por el umbral de la modernidad.
 
No se acaban los rezagos del pasado,
no se concretan los monumentos del futuro,
la amenaza nos persigue
el retroceso es una afrenta al Espíritu
que intentamos imponer.
 
Si nos escapamos del lugar que nos corresponde
somos bárbaros
sujetos oscuros e insaciables
caracteres anómalos en el discurso flamante
que tiñe de rojo
las banderas.

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