1. No son carne o espíritu
tampoco son la confusa mezcla de ambos,
ni bestias ni ángeles
ni su desquiciado promedio.
Son destellos,
huecos de tiempo llenos de luz o sin ella,
galopes sobre la luna,
seres que invento y son mi vida,
entrevisiones del jardín sagrado,
formas de poesía,
milagros en metáfora de cuerpo,
metáfora incompleta sin tacto ni perfumes,
metáfora total, plenitud donde no existe el tiempo,
donde no existen los efímeros tactos y perfumes que están dentro del tiempo.
* * * * *
4. Veo fuentes de luz que se desplazan,
estrellas resplandecientes que caminan,
apariciones que no ven a nadie
y cuando me miran me dejan hechizado.
Se desintegran los rasgos que percibo,
el contorno preciso de una boca,
la forma de unas cejas,
un suéter azul y un mechón rubio:
las apariciones son tonos, ademanes,
cortes del tiempo en un instante único.
Floto y deliro: ocurren incendios a mi lado
y en mi memoria van quedando zonas calcinadas,
dátiles de los lugares secos.
En ciertas mañanas de espera
hago la lista de mis muertos.
Ellos me hacen gestos,
ellos me dicen que también me esperan
y se toman la confianza de pasearse por mi alcoba,
buscan entre mi música las canciones que fueron nuestras,
desvarían ruidosos y hacen guiños
y se burlan de que esté tan viejo. Mis jóvenes muertos.
y te apareces tú,
que agonizas en el débil rencor de mis entrañas nunca tuyas,
desde lejos vienes a mi corazón
y el mundo se ladea como un balancín
y la fuerza de gravedad traza una línea contra el suelo.
Cierro los ojos
y se convierten en líquido los colores de la casa:
no hay un presente aquí,
sólo fantasmas y visiones,
atisbos de un horizonte de fuego:
el salto de una pantera negra,
el lamido de un perro que tendré y todavía no nace,
el ocioso paisaje de unos árboles cuando despierto a mediodía
lejos del horroroso mar.
Desde mi cama viajo a sentir abrazos
y camino
y encuentro lugares nuevos que reconozco en otro pasado que viví,
que adivino en un día que será,
entre silencios y resplandores alucino,
alucino y espero.
* * * * *
5. Primero está el delirio:
visitante travieso incrustado en la sombra del techo,
volátil en el pliegue de una cortina,
sonriendo desde la oscuridad,
desde la nada,
susurrándome.
* * * * *
6. Posees el gozo de su risa
pero debes saber que partirá.
Te inunda su alegría
te ilumina su rotunda carcajada
con una luz muy dulce,
pero no ignores que se irá.
Ella fluye,
ella es un líquido que detesta estancarse
ella es un pájaro que anida y emigra,
ella se irá.
Ella se irá y te dejará una marca de amor
que solamente curarás con su regreso efímero.
Entonces la verás de paso
y será como tropezar con el sol de la mañana
descubrir de nuevo su alegría,
nadar en ella
plácido
hasta un próximo encuentro inesperado.