Daniela Goda

Daniela Goda

Ilustradora, intento de escritora y destrucción andante.

Ilustradora, intento de escritora y destrucción andante.

cada pero hubiese veces ya más tiempo detenido poder hay ser tus tampoco vida hasta decido puerta qué porque este día corriente quema pies noche puedo limpiar rincón hora aquí creo otras vuelven dan van salvador palabras propia dónde puedes amor como corazón jamás queda para vuelvas ver alma sabia nada pensé menos eso envuelve eleva cielo cuál fénix renace miseria mal usas destruye ciudades trincheras arrastra cuerpos lejanos lares nadie encuentre déjase yo defensora espada empuñada cara cortada pidiendo limpiaras heridas esperando seas eterno esta guerra perdí lecho agonía decreto vuelve arrastrar ninguna partes llegue hacia suplicaré tierra viento nunca volver encallar aguantaré batalla contra todo finalmente después encontré extraño patrón depresión allá paredes achican aire dormir dejar esquina arriba abajo huella espejo hoy he limpiado mínimo hacerlo dejarte partir solo resta restos olor letra palabra oración costado media sacarlas vez haberlas ahuyentado cuelan ranuras ventana marco veo aplastadas capa fina muebles aunque basta soplido pulmones enjambre cabeza siempre ciclo quedan bailan burlonas rededor malditas cubren mas pequeño rayo sol asegurarse vuelva luz comezón molestas pasa dicen calor frío emoción mínima sensación cenado querer mientras ahogan gritas garganta atascada mentiras altanerías creíste protagonista levantaste armas resultaste antagonista historia apetece saber vas estás sediento beber quiera respirar ardor pecho cedido perdurado recuerdo fresco manos estaría fragmentado repartido ahogado risas frías abrazos huecos ríos habrían voz latente perdiese cuando nombre ataca llamo invoco malestar persiste talla pareciera planeó pisó aplastó liquidó desearía retirarme guardar caja cristal harás puedas tocar construiste destruiste obra anónima perdurará resto siglos caiga muerta levantar bandera blanca doy espalda existió existirá rindo amargura suspiro sea último dedico murió mataste




Alto