Me gusta escribirle al amor, soy un romántico sin esperanza.
Dulce y mística amada mía. Esta es la hora y no lo comprendo. En mis sueños yo te veía; Ayer aún estabas partiendo. Tu piel es mi agonía,
Tu piel es el pálido nácar, Eres tesoro entre artesanos, La más hermosa joya perlada, Que pudiera forjar este humano. Tus frondosas y blancas colinas,
El misterio de tus ojos, Comprenderlo me desvela, Tu belleza me hipnotiza, Mis sentidos altera. Tu aroma es exquisito,
Entre horas del nuevo día, Viciado en la niebla del olvido, Encontré allí el recuerdo, De algo que había florecido. Oh maravilloso destino,
Diosa amada mía, Un lucero tan perfecto. Tus ojos eran mi guía Y tus lágrimas mi escarmiento. Esa lluvia vacía